sábado, 20 de junio de 2015

A mi abuela


En el año 2005, coincidiendo con su 80 cumpleaños, le escribí este poema. Sin conocer de su existencia, años después, y casualmente, alguien lo vio en Internet, lo imprimió y se lo leyó... provocando en ella muchísima emoción. Hoy, diez años después de aquello (y algo más de dos desde que nos dejara), lo vuelvo a publicar a modo de homenaje a quien sin duda fue la mejor persona que he tenido a mi lado durante buena parte de mi vida: mi abuela Felisa.

Nació en La Mata, Toledo,
pueblo al que fue vinculada,
el lugar donde creció
y donde es recordada.
Vive en la calle Arenal,
en una casita alejada;
donde yo la conocí,
aunque tuvo otras moradas.

De humilde clase social,
mujer limpia y educada,
hija de guardia de asalto,
y de mujer delicada.
La mayor de las hermanas,
nunca le gustó estudiar;
buena esposa, mejor madre...
ya como abuela ni hablar.

Es señora de su casa,
persona muy campechana,
que te entrega lo que tiene,
aunque se quede sin nada.
Trabajó siempre muy duro
para poder subsistir:
al campo se fue a segar,
y a Madrid marchó a servir.

Cuando dos años contaba,
se trasladaron a Yuncos,
allí conoció a mi abuelo,
casi siempre estaban juntos.
Y con Pepe se casó,
veintiséis años contaba,
los mismo que tenía él,
ratos felices pasaban.

Tuvo tres hijos con él,
mi padre nació el segundo;
el primer niño varón
que trajeron a este mundo.
Y seis nietos que la quieren;
tres mujeres, hombre tres;
la mayor se llama Nuria
y el más pequeño Rubén.

Hija de Rufo: un artista,
Rufo también es su hermano,
fue nieta de guitarrista
y esposa de "el hortelano".
Tiene una mano exquisita,
pues sabe muy bien cocinar,
en las migas y en el pisto
nadie la puede igualar.

De ideales arraigados,
del Régimen opositora,
socialista convencida
y de Bono admiradora.
¡Ay que ver lo que la quiero!,
como nunca nada he escrito
de ella, hoy con orgullo,
estos versos le dedico.


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